Bert Hellinger once said, “We arrived through our parents… We already existed, otherwise we could not become. And when we die, we don’t disappear either. We are just not visible to the eyes of the living.”
Hellinger, a renowned German psychotherapist associated with the therapeutic method known as Family Constellations, inspired me deeply with his work.
I discovered his work after I learned about Family Constellations through the Netflix series Another Self. Bert’s work motivates you to dive into your family history to find answers to issues that originated in previous generations, resonating through to the present day.
For a long time, I had been contemplating looking into my family tree, but the prospect seemed daunting, particularly as most of my family was not born in the United States.
However, my interest peaked when I discovered an Instagram video of a woman who said she found her grandparent’s marriage certificate through ancestry.com- a website that provides access to a plethora of worldwide historical records, facilitating the expansion and exploration of one’s family tree beyond existing knowledge.
After seeing that video, I decided to try it out. They have a 14-day trial and then you can pay after that. To my astonishment, within the first day, I unearthed information on 45 ancestors.
Spurred by this initial success, I dedicated my days off to going in deeper, gradually uncovering details of 114 individuals, spanning back to my great-great-great-great grandparents. I am not done yet! I have so many hints and names that I have to keep looking into. What is so beautiful about this is how big my family tree is.
In delving deeper into my family history, I uncovered previously unspoken tragedies, such as the loss of several children that my great-grandparents had to go through.
These silent sorrows, shrouded in secrecy, shed light on the complexities of familial pain and resilience. I have more compassion for my ancestors and deep gratitude to them for the lessons and gifts they bestowed upon us. I understand their pain and through this, I have learned not to judge my ancestors.
As I traced the trajectories of the women in my family—marrying young, bearing numerous children—I was struck by the resilience and fortitude they embodied in the face of adversity. Their stories illuminated the challenges they confronted as mothers and caretakers, fostering a newfound appreciation for their sacrifices and contributions.
The discovery of documents such as my great uncle’s marriage certificates and census records transported me back to the tales my grandfather shared of his experiences during the Bracero Program in the United States. This website isn’t just about finding people from the past, but also the present. It will connect you to people that have family members that are in your family tree.
Recently, I connected with the granddaughter of my great uncle who lives in New Mexico. We are so similar and although we just met, it feels as though we have known each other for a very long time.
Blood beckons for sure! Connecting with distant relatives through the platform offered further insights and a sense of kinship that transcended beyond our blood ties.
I never really thought I would get this deep in my family tree, but I was so surprised to see my grandparent’s birth and marriage certificates. I cried when I saw their signatures because the last time I saw their names written like that in beautiful cursive was when I was a child and we would write letters back and forth to each other because back then, my grandparents did not have electricity at the farm, so we would communicate via letters.
I wholeheartedly recommend embarking on a journey into one’s family tree. The experience is not merely a quest for names and dates but a profound exploration of identity and belonging. By reconnecting with our ancestors, we acknowledge our place within a lineage of resilience, wisdom, and enduring love. We also remember that we, too, are someone’s ancestor and by learning from our family’s past experiences, we can find strength and courage to live a better life than they did.
Encontrando a mis antepasados
Bert Hellinger dijo una vez: “Llegamos a través de nuestros padres… Ya existíamos, de lo contrario no podríamos llegar a serlo. Y cuando morimos, tampoco desaparecemos. Simplemente no somos visibles a los ojos de los vivos”. Hellinger, un reconocido psicoterapeuta alemán asociado al método terapéutico conocido como Constelaciones Familiares, me inspiró profundamente con su trabajo.
Descubrí su trabajo después de conocer un poco más de las Constelaciones Familiares a través de la serie de Netflix Mi Otra Yo. El trabajo de Bert nos motiva a sumergirnos en nuestra historia familiar para encontrar respuestas a problemas que se originaron en generaciones anteriores y que resuenan hasta el día de hoy.
Durante mucho tiempo había estado pensando en crear mi árbol genealógico, pero la perspectiva parecía desalentadora, sobre todo porque la mayor parte de mi familia no nació en los Estados Unidos. Sin embargo, mi interés alcanzó su punto máximo cuando descubrí un video en Instagram de una mujer que dijo haber encontrado el certificado de matrimonio de sus abuelos a través de ancestry.com, un sitio web que brinda acceso a una gran cantidad de registros históricos mundiales, lo que facilita la expansión y exploración del árbol genealógico más allá de conocimientos existentes.
Después de ver ese vídeo, decidí probarlo. Tienen una prueba de 14 días y luego puedes pagar. Para mi sorpresa, el primer día descubrí información sobre 45 ancestros. Impulsada por este éxito inicial, dediqué mis días libres a profundizar, descubriendo gradualmente detalles de 114 personas, desde mis tatarabuelos. ¡Aún no acabo! Tengo tantas pistas y nombres que debo seguir investigando. Lo hermoso de esto es lo grande que es mi árbol genealógico.
Al profundizar en mi historia familiar, descubrí tragedias no mencionadas en la familia, como la pérdida de varios hijos que bisabuelos tuvieron que vivir.
Estos dolores silenciosos, envueltos en secreto, arrojan luz sobre las complejidades del dolor y la resiliencia familiar. Siento más compasión por mis antepasados y les agradezco profundamente las lecciones y los regalos que nos otorgaron. Entiendo su dolor y a través de esto he aprendido a no juzgar a mis antepasados.
Al aprender sobre el camino que atravesaron las mujeres de mi familia (casarse jóvenes y tener numerosos hijos), me sorprendió la resiliencia y la fortaleza que encarnaban frente a la adversidad. Sus historias iluminaron los desafíos que enfrentaron como madres y cuidadoras, fomentando un nuevo aprecio por sus sacrificios y contribuciones.
El descubrimiento de documentos como los certificados de matrimonio y los registros del censo de mi tío abuelo me transportaron a las historias que mi abuelo compartió sobre sus experiencias durante el Programa Bracero en los Estados Unidos.
Este sitio web no se trata sólo de encontrar personas del pasado, sino también del presente. Te conectará con personas que tienen familiares que están en su árbol genealógico. Recientemente, me conecté con la nieta de mi tío abuelo que vive en Nuevo México. Somos muy similares y, aunque nos acabamos de conocer, parece como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo.
¡Si es cierto que la sangre llama! Conectarme con parientes lejanos a través de la plataforma ofreció más conocimientos y un sentido de parentesco que trascendió más allá de nuestros lazos de sangre.
Realmente nunca pensé que llegaría tan lejos en mi árbol genealógico, pero me sorprendió mucho ver los certificados de nacimiento y matrimonio de mis abuelos. Lloré cuando vi sus firmas porque la última vez que vi sus nombres escritos así en cursiva hermosa fue cuando yo era niña. Nos escribíamos cartas porque en ese tiempo, mis abuelos no tenían luz en el rancho y pues la única manera de comunicarme con ellos era por medio de las cartas.
Recomiendo de todo corazón emprender un viaje hacia el propio árbol genealógico. La experiencia no es simplemente una búsqueda de nombres y fechas, sino una exploración profunda de la identidad y la pertenencia. Al reconectarnos con nuestros antepasados, reconocemos nuestro lugar dentro de un linaje de resiliencia, sabiduría y amor duradero. También recordamos que nosotros también somos ancestros de alguien y, al aprender de las experiencias pasadas de nuestra familia, podemos encontrar fuerza y ganas para vivir una vida mejor que la de ellos.